La búsqueda del Embarazo

Mi búsqueda comenzó en 2016. Llevaba un año con mi pareja, y aunque podría parecer poco tiempo para tomar una decisión tan importante, nos conocíamos desde siempre. Sabíamos bien lo que queríamos. Llevábamos tiempo hablando del tema sin tomar una decisión firme, hasta que, una noche cualquiera, relajados en la cama y soñando juntos nuestro futuro, decidimos emprender el camino más trascendental de nuestras vidas: buscar un bebé.

Yo llevaba diez años tomando la píldora, y aunque intuía que podría tardar en quedarme embarazada, no estaba preparada para lo duro que sería emocionalmente, a nivel de pareja… y en mi caso, para enfrentarme a lo que se convirtió en una obsesión.

Al dejar la píldora, mis ciclos se volvieron irregulares —una de las razones por las que me la habían recetado, además de mis dolores menstruales y ovarios poliquísticos. Cada mes se transformaba en una espera angustiante: cualquier retraso me hacía correr a hacerme un test, cualquier mareo, molestia o síntoma provocaba la misma reacción. Perdí la cuenta de cuántos test me hice durante los dos largos años de espera.

Tomaba ácido fólico, seguía al pie de la letra cada recomendación médica… y aún así, nada.

Hasta que un día, algo dentro de mí cambió. Dejé de obsesionarme. Me repetía: “cuando tenga que venir, vendrá”. Viví así durante unos meses. Después, llegó una revisión ginecológica para evaluar los siguientes pasos. En una ecografía rutinaria para observar los ovarios, el médico vio dos cosas en mi útero: una era un quiste; la otra, aún incierta por lo temprano del momento. Me mandaron una analítica de sangre para confirmar.

La hicieron un viernes, y debía esperar hasta el lunes por los resultados. Pero mi hermana me convenció de comprar un test. Yo no quería —estaba casi traumatizada por la cantidad que había hecho— pero le hice caso. Lo hicimos en casa de mi madre. Mi hermana nos pidió que esperáramos para ver el resultado juntas… y cuando llegó corriendo del trabajo, abrimos juntas la puerta del baño.

Allí estaba. El positivo.

Saltamos de alegría. Después de dos años de espera, justo en el momento en que dejé de buscar, el bebé estaba en camino.

Toda la frustración, el estrés, los miedos y las culpas… se desvanecieron. Y en su lugar, apareció una alegría indescriptible. Pero también, como todo comienzo profundo, aparecieron nuevos miedos.

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