Nunca estás preparada para escuchar esa palabra.
Cáncer.
Es una palabra que no se pronuncia en voz alta sin que tiemble algo por dentro.
Y sin embargo, un día me la dijeron.
Y todo cambió.
Recuerdo el silencio que vino después.
El de la sala. El de mi mente. El de mi cuerpo.
Ese silencio que no es paz, sino shock.
Ese momento en que todo se detiene, pero tú sigues ahí, respirando como puedes.
Durante mucho tiempo, me tragué el miedo.
Me tragué las preguntas.
Me tragué el dolor físico y emocional.
Porque no quería preocupar, no quería molestar, no quería parecer débil.
Pero el cuerpo no calla.
El cuerpo grita.
Y el mío gritó fuerte.
En medio de ese proceso, descubrí que no podía hacerlo sola.
Que necesitaba una red.
Una tribu.
Y no una tribu que me dijera “sé fuerte”, sino una que me dijera “llora si necesitas”, “descansa si no puedes”, “habla si te duele”.
Fue en ese espacio de escucha, de empatía, de mujeres que también habían pasado por lo suyo, donde empecé a sanar.
No solo el cuerpo. También la voz.
Porque el cáncer no solo afecta órganos.
Afecta la identidad, la autoestima, la rutina, los vínculos, los sueños.
Y por eso nace este espacio dentro de La Tribu de las que Gritan.
Para hablar del cáncer sin filtros.
Para compartir lo que no siempre se dice:
- El miedo a no reconocerte en el espejo
- La culpa por no poder con todo
- La rabia de sentirte frágil
- La soledad en medio del tratamiento
- La necesidad de que alguien simplemente te escuche
Aquí no hay promesas vacías.
Pero sí hay verdad.
Y hay compañía.
Si tú también estás atravesando un diagnóstico, un tratamiento, una recuperación…
Si tú también has sentido que tu cuerpo grita más fuerte que tu voz…
Este espacio es tuyo.
Aquí puedes gritar.
Aquí puedes callar.
Aquí puedes simplemente estar.
Bienvenida a la tribu.
Aquí, tu historia importa.
Y tu voz, aunque quebrada, es sagrada.
